Probablemente has descubierto, como yo, que tu vida no es una línea recta, avanza más bien en espiral.
Hace años comenzamos el viaje y en la maleta pusimos entre otras cosas, expectativas como equipaje. Fuimos tomando decisiones, algunas acertadas y otras no tanto. Algunas en conciencia y otras en piloto automático.
Hoy miramos atrás y nos sentimos felices de muchos eventos virtuosos y unos cuantos logros obtenidos, pero también al volver nuestra vista, nos damos cuenta de que nos habría gustado actuar de otra forma o haber tomado unas cuantas decisiones de manera diferente.
Tenemos la tendencia a mirar el punto negro en la hoja blanca. A evaluarnos y a criticarnos excesivamente, cuando vemos la historia completa, como cuando observamos lo que pasó hace una hora atrás.
Te daré un ejemplo. ¿Recuerdas lo que te dijiste a ti mismo con tu última equivocación? ¿Te hablaste con dureza? Hemos albergado la falsa creencia que necesitamos tratarnos mal para motivarnos. Seguramente nunca trataríamos a otros como a veces nos tratamos a nosotros mismos.
La autocrítica constante libera alto cortisol y eso nos regala stress. Nos hace ingresar a un espiral descendente en el que crece la desmotivación.
Probar practicar la compasión como antídoto a la autocrítica excesiva.
La autocompasión, tal como la define la doctora en psicología Kristin Neff es ser amable, cálido y comprensivo contigo mismo cuando sufres, fallas o te sientes inadecuado, en lugar de criticarte y culparte a ti mismo o ignorar el dolor y los sentimientos negativos. Este dolor puede provenir tanto de las condiciones externas de vida, cuando son dolorosas, como de tus acciones, los fracasos tus propias debilidades.
En contraste, ella agrega que altos niveles de autocompasión están asociados con altos niveles de felicidad, satisfacción con la vida, optimismo, curiosidad, sabiduría, conexión social, motivación personal para los cambios necesarios en la propia vida, inteligencia emocional, amabilidad y paz.
¿No es eso lo que muchos buscamos durante el viaje?
Nuestros cuerpos están programados para responder al calor, al toque gentil, y a las palabras amables. Cuando somos compasivos con nosotros mismos reducimos los niveles de cortisol. Y cuando nos sentimos seguros y acogidos (primero por nosotros mismos), simplemente damos lo mejor.
Cultiva la autocompasión.
De eso depende, literalmente, que tengas la inspiración para tomar mejores decisiones en éste presente, en tu hoy.
Así que antes de decirte palabras hirientes, regálate palabras reconfortantes y amorosas para que tu cerebro responda con inteligencia a los desafíos diarios.
El amor es el principio de todo, el motivo por el que estamos aquí y el norte que guía la mayoría de nuestros pasos, unas veces conscientemente, otras sin darnos cuenta, a lo largo de esta maravillosa aventura que es la existencia. Eduard Punset
Ese amor del cual habla Punset, se inicia cuando ejercitamos la autocompasión.
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