SOY MONARKA TIENE VIDA PROPIA

Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero.

Ese calor de otras mujeres, de las cuales habla Alejandra Pizarnik, también ha sido mi abrigo.

Mi historia está marcada por mujeres.

Mi bisabuela Irene, mi abuela Laura y mi madre trabajaron para y por mujeres. Las historias de ellas, de mi hija y de tantas mujeres que han impactado mi vida, me invitaron a sumergirme en nuestras emociones y comportamientos, para intentar descifrar algo de nuestro mundo interior femenino.

Así que comencé con una hoja en blanco y con un propósito claro: quería develar algo de lo que nos ocurría a nosotras en eso que no se ve, pero que sí experimentamos, eso que ocurre en nuestro interior. Tenía algunas ideas generales de lo que quería plasmar, pero necesitaba ir en búsqueda de inspiración.

Así que en una de esas tardes mirando este mar de fondo, recordé que hace 10 años me había encontrado por primera vez con la historia de la mariposa monarca. ¿Cómo era posible que algo tan pequeñito, realizara un viaje de más de 4000 kilómetros desde Estados Unidos y Canadá hasta las copas de los árboles en Michoacán México… Entonces pensé, quiero aprender de ella!

Comencé a investigarla, a conocer su proceso de cambio y su ruta. Entre más aprendía más me maravillaba y comenzaba a descubrir similitudes con nuestro género femenino…

Aprendí por ejemplo que de los 240 días que vive la super monarca, 35 de ellos los vive transformándose. Es decir, el 15% de su vida está experimentando algún cambio.

En sus inicios, la monarca es un huevo. Luego una oruga. Al ser una oruga cambia 5 veces de piel y aumenta 2000 veces su masa corporal hasta que llega un momento en que no puede crecer más y que su cuerpo le dice que es tiempo de ingresar a su crisálida para el último cambio en su trayectoria: el cambio más grande y probablemente el más difícil.

Entonces se envuelve siendo oruga en un capullo de seda que ella misma construye y que finalmente termina siendo el único testigo de su gran metamorfosis.

Posiblemente esa crisálida no debe ser nada cómoda para la monarca. Encerrada, apretada, silente y sola. Un escenario desconocido para ella… Sin embargo, intuye que viene algo más grande para ella, no lo sabe a ciencia cierta, pero su intuición le susurra que sí sucederá… Entonces, ella confía en el proceso, se entrega al proceso y es cuando se convierte en la protagonista de su cambio.

Al día 15 ella ya no es la misma. Ha cambiado su piel de oruga por piel de mariposa. La monarca rompe la crisálida y se siente nueva. Siente sus alas y comienza a batirlas lentamente para irrigarlas hasta que luego de unas 12 horas, emprende su primer vuelo. La monarca ha cambiado una vida a ras de suelo por una sin límites, en el aire.

Observar este momento me hizo pensar en nuestros propios momentos de transformación. Si miro mi vida y probablemente la de ustedes, diría que esos momento de cambio profundo han sido en silencio y soledad, como la monarca.

El cambio es la vida misma.

Enfrentamos muchos momentos de cambios: un cambio de trabajo; un divorcio; la pérdida de un hijo; de un padre o de una pareja; el alejamiento de una amiga o de un amigo, una enfermedad…

Nadie nos prepara para cambiar, no estoy segura que nos hayan enseñado a disponernos positivamente a los cambios. Es más creo que hay una resistencia natural hacia cambiar o a enfrentar los cambios en nuestra vida.

A veces ésta resistencia tiene que ver con una predisposición de nuestro cerebro a todo lo nuevo y todo aquello que requiere esfuerzo. Es una resistencia inconsciente… Nos proponen algo nuevo y quizás nuestra primera respuesta es NO, mejor quedémonos como estamos… Nos invitan a atrevernos a un espacio no conocido y decimos… mejor lo intentamos en el futuro…

A nuestro cerebro le gusta la comodidad, le gusta lo conocido y lo que no le genera esfuerzo. Entonces enfrentamos un cambio y lo resistimos y nos negamos a él.

Volvamos a la mariposa monarca… ¿Qué hubiese pasado si la monarca se hubiera resistido a ingresar a su crisálida?

¿Qué hubiese pasado con su especie?

Gracias a que ella no se resistió es que podemos ver sus colores y admirar su vuelo y su migración.

Del caos emerge el cosmos, del desorden el orden, de la oscuridad la luz, de lo feo lo hermoso, y solo podemos reconocer las virtudes de lo bello sobre el trasfondo de lo que nos resulta feo; aquello que nos parece agraciado por encima de lo que nos resulta desgraciado. Lo roto, fracturado y escondido puede notarse gracias al contraste con lo integrado, lo vinculado, lo unido.

Palabras de Michel Manciaux en su libro Resiliencia.

Así es… sólo es posible admirar lo luminoso luego de atravesar lo oscuro.

Si hiciéramos una encuesta nos daríamos cuenta que lo que más llama la atención de la monarca son sus colores. Es lo que todos recuerdan.

Sin embargo, su proceso de transformación queda algo olvidado por el resultado.

Es su proceso de cambio el que nos permite admirar sus colores.
Es su proceso de cambio en silencio, soledad y quizás dolor, el que hace que ella luego disfrute sus alas.
Es su proceso de cambio en la crisálida el que le permitirá su migración.

Y posiblemente lo mismo ocurra con nosotros.

Es ese cambio que estamos atravesando el que nos traerá un nuevo aprendizaje y una nueva vida.

Al igual que la Monarca, probablemente no podamos ver las alas que nos esperan después de ese cambio. Ni tampoco tengamos acceso a ver ese destino que nos estará esperando luego del cambio.

Pero tenemos que estar seguros que sí habrá algo para nosotros luego de esa metamorfosis. Nos tocará entonces confiar en nuestra intuición y abrazar ese cambio.

Hace poco más de un año enfrenté uno de los cambios más grandes de mi vida. Un cambio que nunca imaginé que iba a vivir.

Me resistí por varios meses a ese gran cambio. Le di la pelea. Pero no pude cambiar la historia. Fue entonces que ingresé a mi propia crisálida.

Fueron meses de una profunda metamorfosis, también hubo dolor y hubo silencio,… pero algo me susurró que luego de ese cambio vendría algo grande para mí.

Y así fue. Estando en mi crisálida, tuve la impresión que tenía que comenzar a escribir… tenía que escribir de lo que estaba experimentando y de lo que había vivido… Y así nacieron las primeras letras de SOY MONARKA.

En las primeras páginas se me presentó un dilema: ¿abriría mi historia? ¿Contaría en este libro lo que había vivido y lo que estaba experimentando en ese momento? Yo sabía que abrir mi historia significaría abrir lo bueno y no tan bueno, abrir momentos gratos pero también heridas.

Entonces me debatí por varios meses, de hecho hasta procrastiné… llené mi agenda de muchas actividades para que no quedara tiempo para mirarme al espejo y mirar mi pasado. Hasta que me di cuenta que no podría hablar del mundo interior si yo no habría el mío.

Entonces decidí.

Comencé a recordar y con el recuerdo llegaron las palabras y el manuscrito empezó a tomar forma.

También tuve la impresión de hablar con grandes mujeres del mundo para registrar sus historias e incluirlas en el libro.

Fui en búsqueda de 10 mujeres extraordinarias. Y las encontré… sus relatos y sus conquistas se unieron al borrador.

Luego de un año de trabajo, SOY MONARKA ya estaba casi listo para nacer. Y yo también estaba lista para salir de mi crisálida como una nueva mujer.

SOY MONARKA tiene vida propia.

Escribirlo me enseñó que es sano mirarnos. Que es sano mirar hacia nuestro interior. Que sanamos cuando lo hacemos. Y que ayudamos a sanar a nuestro círculo de amor cuando lo hacemos.

Escribirlo me enseñó que esos cambios en mi vida traen un regalo y que abrazar el cambio no será fácil pero hacerlo me permitirá vivir en paz.

Piensa en ese cambio que tuviste en tu vida, o que quizás estás experimentando hoy.

No puedes ver tus alas, probablemente no puedes ver hacia dónde te llevará este cambio que estás viviendo… pero ten la certeza que sí habrá algo para ti luego de esa metamorfosis. Te tocará entonces confiar en tu intuición y abrazar tu cambio.

Gracias.

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